Por Abuelita.
El "tápate un poco que te vas a enfriar" de las madres es siempre sabio, pero en este mundo en el que manda el vil metal cae en ocasiones en saco roto para los que quieren dinero rápido. ¿Cuál es el precio de la fama? Es una compleja pregunta que no duró mucho en la cabecita de Jess Greenberg, una adolescente londinense con un innegable talento para la música.
Las carreras en el mundo de la canción ya no se celebran en los estudios de música ni en audiciones, sino que quien quiere triunfar al instante más le conviene llevar a cabo un cover en YouTube, un versionado de alguna canción de moda del momento.
Nuestra Jess lo vio rápido y guitarra en mano fue seduciendo a la red con su dulce voz y suaves caricias a la guitarra. Qué arte lucía. Sus primeros vídeos reflejan la mirada ensoñadora de quien tiene todo por delante, de un alma enamoradiza tan joven que su madre todavía le llama para el desayuno. Inocencia a flor de piel.
Es imposible no estremecerse ante el Over the rainbow cuando apenas acababa de superar los 15 años. Los clics llegaban y con ellos las primeras libras. ¡Atiza! Pues resulta que además de servir de plataforma para que algún cazatalentos diera con ella, podría sacar algún dinerillo.
Y no estaba equivocada. La publicidad de YouTube cada día iba reportando más ceros a las cifras y la broma se convirtió en negocio de la noche a la mañana.
El Escote como recurso
La adolescente siguió acariciando las cuerdas de la guitarra y seduciendo a sus fans con preciosas historias de amor cantadas con mimo y devoción. Y el goteo de dinero fue creciendo de forma lenta pero constante. Pero un día Jess comenzó a fijarse en algunos comentarios que los usuarios iban dejando en su canal. No eran mayoría, pero una parte del sector masculino destacó la indudable belleza de la joven.
Y lo vio claro: desabrocharse un par de botones de la camisa multiplicaba las visitas y con ellas, como por arte de magia, el montante en su cuenta corriente. ¿Defensa de su talento a ultranza y unos ingresos discretos o dar a las masas la carnaza que piden, todo por el vil metal? Esta duda también fue rápidamente disipada de la cabeza de la joven.
La cuenta atrás para la transformación había comenzado. Si estaba ojiplático con la conversión de Hannah Montana en femme fatale, atentos al movimiento de la británica. Dejó atrás la mirada inocente y el aspecto aniñado, se cubrió de maquillaje, y sobre todo, logró que el protagonismo de sus interpretaciones dejara de estar en su voz y su talento.
Del par de botones abiertos a un escote escandaloso aderezado posiblemente con un wonder-bra o quién sabe si cirugía desmedida. La fórmula funcionó en el momento y la audiencia de sus vídeos se disparó de la noche a la mañana ganando un 400% de visitas. El arte fue sustituido toscamente por un impulso mucho más banal, pero la británica no hacía sino optimizar sus recursos en aras de lograr un objetivo claro: disparar los ingresos.
La joven dejó atrás el arco iris de Over the rainbow para entregarse en un mundo más oscuro con Highway to hell (autopista al infierno), y ahora que mencionamos este vídeo, se estima que esta secuencia de poco más de dos minutos le habría generado la friolera de 20.000 dólares y lo mejor del asunto es que se trata de un conteo continuo de clics. Una caña con la que uno no deja de pescar.
Este breve recorrido a su perfil es como la corta carrera de Jess, una adolescente británica con voz dulce y un rebosante talento para la música que optó por transformarse en tigresa y no dudar en exhibir sus atributos para triunfar. Un modelo de negocio que sin duda funciona, pero como sugiere uno de sus espectadores en YouTube, "tienes talento, céntrate en la música y no en el sexo".
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